Vistas de página en total

martes, 29 de septiembre de 2015

UN PUSSY BOY


Le llamaban, “preséntate en tal sitio, sabes qué llevar”. Y aparecía, temblando, siendo casi asaltado por sus dos ex mejores amigos del alma, ahora sus hombres. Le habían pillado mirando a un chico en la calle y le sometieron, riendo, crueles, desconsiderados. Ya no era uno de ellos, ahora era un cabrón dispuesto siempre para sus juegos. Y algo cambió en él. Cada vez que le tomaron, le llenaron con sus masculinidades, le gritaron, lo insultaron, lo inundaron con sus abundantes jugos modificadores, su hambre, sus ganas, su necesidad de ellos despertaba más y más. Le avergonzaba ser tan sumiso, rogarles tanto, aceptar de manera tan erótica todo lo que le exigían. Cada día necesitando de nuevas formas de entrega, como lamer los dedos de sus pies, o aceptando nalgadas, salivazos o que le exhibieran. Podría decirse que ellos le llevaron a eso, pero temblando de excitación sabía que no era totalmente cierto. Nunca se sentía mejor que cuando le tomaban rudamente, le miraban con asco, lo llenaban de machos. Era completamente feliz como el puto de los dos. O, tal vez, ¿de todos?

No hay comentarios:

Publicar un comentario