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lunes, 22 de febrero de 2016

PRISIONERO… XXX


De la Guerra Fría, las cosas que no se sabían; como aquel lugar donde los soviéticos mantenían alejados del radar a los espías americanos recluidos. Vigilándose. Odiándose pero viviendo pendientes uno del otro. El intercambio de insultos, de ofensas, uno resistiéndose, el otro controlándole. El americano aprovecha un momento y escapa, el otro le sigue, le caza con el corazón bombeándole en el pecho y todo duro bajo el pantalón. Ese hombre siempre le había inquietado. Le alcanza, se empujan, y uno cede el control; no tan sorpresivo para el otro, a quien llevaba tiempo trabajándole. Dormía en su celda y al despertar le encontraba mirándole, especialmente el entrepiernas; le alimentaba mucho, con cosas ricas, y si los dedos se le chorreaban de salsa o algo, los limpiaba con la lengua y su boca, dando buenas chupadas. Todo eso fue aclarando el momento, el soviético lo sabía, luego se lo cobró, riendo al saberse estremecido y ensartado por su dura, larga y gruesa realidad. Ahora era el prisionero… Quería pertenecerle, entregándole su vida, para siempre.

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