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jueves, 12 de mayo de 2016

NECESITADO EN EL MERCADO


Aunque el dueño no lo sabía, ni muchas de las clientes, el local se había convertido en un conocido lugar de citas para los hombres de los alrededores, del liceo, la fábrica, el taller, la comandancia de policía y aún del hospital. Todos se daban una vuelta para ver qué pescaban. Como Néstor Gutiérrez, quien escuchó de un negro que lo tenía grande… pero que gritaba y se partía cuando un hombre blanco se lo metía. Duro y sucio. Tanto así que se lo hacían en los pasillos, aunque este rogaba ir a otro sitio, porque a todos les divertía que se resistiera, que rogara partir y hasta amenazara con irse para terminar gritando contenido cuando se lo llenaban de carne clara en un apartado. “¿Esto es lo que le gusta a tu estrecho y sucio agujero negro?, ¿ser golpeado duro como un sumiso?”, todavía le preguntaban algunos, como el detective Gutiérrez. Quien no paraba, alzando la voz, metiéndole el miedo en el cuerpo de que les pillaran (aunque notando que se le ponía más caliente y mojado), hasta que el tipo gemía bajito pero emocionado: “Si, si, fóllame como a una puta, déjamelo empapado”.

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