El
muchacho, hablando con el suegro, le cuenta sobre los problemas que tiene con
su mujer, cosa que le tiene deprimido y frustrado. Las quejas e inconformidades
de esta. El hombre le pregunta qué tal funciona todo en la cama, que todo eso
suena a que la muchacha está insatisfecha. El chico no responde a aquello, pero
la verdad es que no se concentra, no viéndole cierto endurecimiento, y bulto, al
suegro bajo sus ropas. Intenta no verlo, pero es demasiado claro. Responde
algo, no seguro de lo que dice porque no puede apartar los ojos de ese miembro
que parece llamarle. “Te gustan las mujeres, ¿verdad?, ¿sus coños calientes? A mi
hija, ¿se lo has comido o llenado con tus dedos?”, le pregunta de sopetón. “¡No!”,
jadea enrojeciendo. “¿Te avergüenza por tímido o es que no te gustan?”, insiste
en saber, tocándose el tolete, el cual es cada vez más grande. Se miran a los
ojos, el chico agitado como si estuviera atrapado. El otro, tomando aire,
suspira largamente. “Tranquilo, muchacho, déjame ver qué tienes para dar”.
Tímidamente se desviste, para que vea qué ofrece a su hija, pero no esperó que
el hombre lo tocara, lo acariciara, o le abrazara haciéndole consiente de lo
pulsante que estaba su pieza. “Ya veo el problema. Los dos están jodidos, ya
hablaré con ella para presentarle al hijo de un amigo; déjame encargarme de lo
tuyo primero”, y le besa de manera abierta, lengüeteado y chupado; y gimiendo,
el chico se derrite en sus brazos sabiendo que iba a ser curado.
NOTA:
Claro, quien sepa inglés…
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