El
hombre se sorprende ante lo que ve. No puede entender a su hijo, Joe, y al
mejor amigo de este, Bill; van a ser desplegados y en lugar de estar el otro
con su esposa, y su hijo con su novia, pierden esos últimos minutos en eso. Tal
vez fuera la manera de enfrentar la presión, se dice retirándose discretamente,
cerrando con fuerza los ojos para borrar la visión.
Y,
tal vez, esa era la razón, la presión, lo que veían allá afuera, el miedo
reventando en rabia y adrenalina frente a lo que enfrentaban en el campo, allí
donde sólo valía la comunión con los “hermanos”, la confianza de uno en los
otros para cubrir sus culos… lo que tal vez llevaba a buscar culos. Días
largos, tensos y de presiones, noches inquieta, llenas de sonidos extraños, el
alejamiento de los seres queridos, el temor de que esta podría ser la última
vez. Si, tal vez todo eso los empujaba a caminar por lugares solitarios, a
hablarse bajito y reír, a empujarse, a caer en toscas caricias, abrazos y rudos
besos contra una cerca en momentos de pasión para engañar al temor.
O,
que bien podría ser, que a Joe le gustara joder mucho, viviendo siempre con las
pelotas llenas de esperma, y necesita, más que amigos de armas, que camaradas,
el dulce coño de un amigo al que tenga muy cerca para usarlo a cada rato. Sólo
debía convencerle de probar la mercancía para ver si le gustaba… como así
parecía.
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