Conteniendo
las risas, Juanito y Gregorio asechan fuera de la puerta del cuarto de baño
donde el hermano mayor del primero, Andrés, se había encerrado hace rato con su
juguete, ese que ellos sabían que ocultaba bajo el colchón de su cama. Donde tantos
chicos escondían cositas extrañas. El carajo, antes de salir de parranda con
sus amigos, para aplacar las ganas, entre gemidos contenidos para que no
escucharan sus padres, se masturbaba… montado sobre esa vaina. Los dos
muchachos han colocado una cámara, porque saben lo que hace y tienen quince
años, las ganas a punto, las imaginaciones a mil y la osadía necesaria para
chantajearle: o de ahora en adelante en el cuarto de Juanito habían mamadas
dadas a dos atrevidos chavales, o correría cierto video, de manera viral, por todas
las redes sociales.
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