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miércoles, 7 de junio de 2017

CALENTURA DEL MOMENTO



Si, era sucio sentir la boca de su cuñado tragándole, sorbiendo, chupando con esa hambre… sobre la cama que comparte con su mujer. Que andaba de  viaje teniéndole a dieta. No era su culpa vivir caliente, enviándole cosas para estimularla a regresar, ni necesitar un desahogo donde lo encontrara. De los reparos iniciales no quedaba nada. No cuando esa boca devoró cada centímetro de su tenso y pulsante problema, succionando no sólo con ganas, con avidez. Fue intenso el momento cuando, apoyando la punta, fue separando los pliegues del carnoso y musculoso orificio, que se abría para dejarle entrar, conquistar y dominar. Y una vez que lo hizo, penetrando con todo, sintiéndose atrapado, todo desapareció de su mente. Después de todo era un hombre y un hombre tiraba palo a todo mogote, no había putica que se le escapara si parecía que quería, y el cuñadito quería, vaya que lo quería. Así que lo tomó con fuerza y rabia, profundo y a fondo, como no tomaría a su propia esposa. Le gritó cosas, le nalgueó mientras lo taladraba, sin piedad, sin preocuparse de su dignidad o respeto por sí mismo, gritándole que tan sólo era una zorra. Quería que así se sintiera y comportara. Quiere darle y darle, dejarlo lleno, agotado, ver que de su entrada manando una choreada… Como le gusta a cualquier hombre al terminar con su nena.

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