A los
hombres, chicos o maduros, les encanta y disfrutan de una buena tragada, de
cubrir y sorber, de sentirla contra la lengua; pero también recibirla, un poco
sorprendido de ver al guapo tío que goza trabajándola. Dígame si es un
desconocido que termina cediendo al encanto de tu barra, por no hablar de un
amigo que te sorprende aceptando lo que en juego propusiste. Como sea, se goza.
Y si se portan bien, la cosa puede que se repita la veces que sean. ¿No sería
genial? ¿Uno rapidito antes de cenar… otra vez, en algunos casos?
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