¿Podía
haber algo más inocente que dos buenos amigos, jóvenes, atléticos y calientes, que
esperando a un par de putas para pasar el rato y desestresarse de la semana de
trabajo, que al verse embarcados uno se ofrezca a ayudar el otro con toda esa
tensión acumulada? No, ¿verdad? Como tampoco era raro que ocurriera lo que
llegaría, al susurrar cositas sucias uno al otro; después de todo, cuando la
sangre se calienta y hay amistad…
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