Qué
broma con su novia, quería tirar y esta antes desea hablar, quejándose de esto
y aquello, y cuando por fin la convence de quitarse las ropas no cuentan con un
condón. Así como estaba, ya pelado, debió salir a ver si el hermano de esta
tenía alguno, en su pieza bajo la cochera. Afán que se borra de su mente
cuando, asomándose, le ve al cuñado el culo expuesto, que despertó algo primitivo
en su ánimo. Le conocía tan solo de pasada, era el hermano de su chica, un
sujeto joven y apuesto al que nunca le había dedicado otra mirada o
pensamiento, pero ahora, viéndole allí, así, lo sabe… Ese chico quería, o
necesitaba, macho. Pero mucho. Algo se lo dijo, que podía entrar y tomarle,
reclamarle como tenía derecho. No puede explicar cómo lo sabe, pero lo sabe. Y
entra, decidido a atender a su guapo cuñadito. Cuando le tenga aferrado por su
estrecha cintura de joven atleta, le dará bien duro adentro y afuera. Y será
sólo el comienzo, pues ahora, en esa casa, tendrá a su novia y a su perra. Cosas
de muchachos.
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jueves, 25 de febrero de 2016
lunes, 22 de febrero de 2016
PRISIONERO… XXX
De la
Guerra Fría, las cosas que no se sabían; como aquel lugar donde los soviéticos mantenían
alejados del radar a los espías americanos recluidos. Vigilándose. Odiándose
pero viviendo pendientes uno del otro. El intercambio de insultos, de ofensas,
uno resistiéndose, el otro controlándole. El americano aprovecha un momento y
escapa, el otro le sigue, le caza con el corazón bombeándole en el pecho y todo
duro bajo el pantalón. Ese hombre siempre le había inquietado. Le alcanza, se
empujan, y uno cede el control; no tan sorpresivo para el otro, a quien llevaba
tiempo trabajándole. Dormía en su celda y al despertar le encontraba mirándole,
especialmente el entrepiernas; le alimentaba mucho, con cosas ricas, y si los
dedos se le chorreaban de salsa o algo, los limpiaba con la lengua y su boca,
dando buenas chupadas. Todo eso fue aclarando el momento, el soviético lo sabía,
luego se lo cobró, riendo al saberse estremecido y ensartado por su dura, larga
y gruesa realidad. Ahora era el prisionero… Quería pertenecerle, entregándole
su vida, para siempre.
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domingo, 14 de febrero de 2016
HISTORIAS DE CHICOS EN BAÑOS DE COLEGIOS
El
hijo del honorable empresario, señor Sákatelo, tiene que escapar a los baños, a
ese baño que queda justo por los lados de las canchas deportivas, frecuentado
por el profesorado, el personal administrativo y de faena del colegio. Su padre
acaba de enviarle un mensaje indicándole que esa noche conocerá a la hija de
una honorable familia de la que tiene que hacerse novio. Tanto estrés, angustia
e ira por su situación le lleva a buscar lo que necesita, algo rápido, sucio y
rudo; sentirse lleno, alimentado, sometido por esos carajos que ríen mientras
lo usan sabiéndole un sumiso. El pobre chico, mientras espera y se toca
recuerda al lava piscinas en casa de su padre, hace tiempo, que le pilló
mirándole mientras usaba aquella pequeña zunga que sólo se atrevía a llevar cuando
estaba solo. No lo estaba, y mirar al fornido joven, sin camisa, fue más fuerte
que sus temores a ser descubierto. Tuvo que salir, brazos a sus espaldas,
menudo, frágil, la pequeña y putona prenda… ofreciéndose. Él le enseñó dónde
estaba su lugar, su propósito, gimiendo casi acostado sobre su velluda pierna,
chupándole el dedo gordo del pie, entregado, oyéndole reír mientras del otro
lado, apartándole algo la zunga le preparaba con dos dedos. Es lo que ama, pero
¿cómo se lo dice a su papá?
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viernes, 5 de febrero de 2016
CALIENTES POLICÍAS DE CAMINOS
El sol,
un viento cálido, un cielo muy alto, la caricia de libertad que gozan los
hombres que trabajan al aire libre le rodea; sin embargo el joven y atractivo
uniformado, representante de la ley, no se siente en paz. No sabiendo que su
sargento está allí, el hombre maduro que le tomó como a un chiquillo tonto y creído,
y fue formándole, protegiéndole, haciéndole ver la diferencia entre el bien y
el mal. El hombre que ha llenado en su mente sus momentos de soledad, que
aparece en sus sueños, desnudo, poderoso, y le ama. A veces, cuando se vuelve
de repente, le parece ver brillar una luz de dulce tortura en la mirada de su
sargento, pero cree que se engaña. A veces fantaseaba con llegar y confesarse. ¿Y
si le dice? ¿Y si le pregunta “me quieres”? Quien no arriesga no cruza la mar,
le parece escuchar a su papá… y hacia él va.
Siempre
es estimulante la idea de los uniformados, de los recios hombres que se dan con
todo. Y este lo hace, el guapo chico encontrará en su apuesto superior lo mucho
que necesita para llenar su vida… y culo.
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uno sorprendido por el otro
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