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miércoles, 26 de abril de 2017

SI LO PIDE


¿Qué seguro no había mayor satisfacción que la del guapo y acuerpado joven que chupa y luego recibe todos esos cálidos, espesos, olorosos y abundantes disparos de aprecio de sus dos mejores amigos, las leches mezcladas y cruzadas? Si, si la hay, estar al lado de otro amigo mientras un tercero se entrega al su deseo de becerro, totalmente hambriento; y aún más arrojársela en la cara, verle totalmente bañado con ella. Si, chicos, pónganse de acuerdo y busquen a quien quiera ayudarles con esa fantasía.

lunes, 17 de abril de 2017

¿GANAR , GANAR?


Conteniendo las risas, Juanito y Gregorio asechan fuera de la puerta del cuarto de baño donde el hermano mayor del primero, Andrés, se había encerrado hace rato con su juguete, ese que ellos sabían que ocultaba bajo el colchón de su cama. Donde tantos chicos escondían cositas extrañas. El carajo, antes de salir de parranda con sus amigos, para aplacar las ganas, entre gemidos contenidos para que no escucharan sus padres, se masturbaba… montado sobre esa vaina. Los dos muchachos han colocado una cámara, porque saben lo que hace y tienen quince años, las ganas a punto, las imaginaciones a mil y la osadía necesaria para chantajearle: o de ahora en adelante en el cuarto de Juanito habían mamadas dadas a dos atrevidos chavales, o correría cierto video, de manera viral, por todas las redes sociales.

miércoles, 12 de abril de 2017

LA HORA FELIZ


No era su culpa, no realmente, ni siquiera del alcohol, no era que estuviera abusando de la hospitalidad de sus suegros, pero saber que el muchachito ese siempre andaba caliente, sediento y hambriento por una, que nunca se negaba a caer de rodillas en seguida, dónde sea y con quién fuera, le empujaba a escapar un ratico, diciéndose que sería uno rapidito, llenarle la boca para que también disfrutara la fiesta y luego salir. Pero sabe que nunca es tan fácil, no con ese jovencito calientabraguetas. Cuando se alejaba del resto, con aire furtivo, diciéndose que serían unos cinco o diez minutos, un disparo directo a la garganta, sabía, muy en el fondo, que el joven terminaría arrastrándole para que le diera lo que tanto le gustaba y necesita, sobre la cama, muy abierto de piernas. Era imposible alejarse oyéndole gemir contenido, moviéndose como atormentado bajo el control de un hombre, viéndose a un tiempo satisfecho pero también terriblemente excitado. Era difícil resistirse a quedarse, despojándose imprudentemente de todo y enchufársele, sabiendo que ese era el lugar a dónde el chico pertenecía, porque, hacía rato que este ya lo había aceptado: sólo vivía cuando era montado por machos.