“¿Uno
de los momentos más embarazosos de mi vida?”, enrojece por la pregunta del
encuestador en la calle. Tendría que responderle que fue cuando decidió cobrar
la renta de los pisos alquilados pertenecientes a su vieja esposa nueva, a
quien lo unió la falta de plata suya y la mucha de ella; encontrándose con
aquel tipo que debía meses y que le dijo que si se la veía y se resistía, le
pagaba. No entendió hasta que la vio y cayó como en trance; joder, ¿quién se habría
podido resistir? Eso no fue jugar limpio de parte del tipo. La risa de este, y
sus propios jadeos poco viriles mientras algunos amigos del negro entraban y
salían, saludándoles, lanzando los “dale duro a la perra, se ve que lo necesita",
debería ser ese momento… Pero no, embarazoso fue cuando recibió toda aquella
corrida. Tanta que debió, a las tres semanas, comprar un test de embarazo.
Ahora toma una píldora cada vez que va a “cobrarle” al semental. Día sí, día no
de por medio.
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