Hay
quienes cuando comienzan ya no pueden parar,
aunque les avergüence verse tan deseosos, tan urgidos. Tan putos y dispuestos.
Tontos, nadie los juzga, no mientras hacen felices a los hombres, ¿verdad? Es
lo que este carajo le dice a cada rato al tipo que antes era su mejor amigo, y
que ahora era su coñito siempre necesitado de palos. Era feliz saciándolo… y
dándole una que otra nalgada e insultada. Intuitivamente sabía que así debía
tratarle para excitarle aún más, aunque el otro no lo entendiera mientras
chillaba que daba ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario