Gruñen
y jadean, totalmente transpirados, calientes y dementes. La pieza va y viene
con fuerza, el agujero aprieta y hala sabroso mientras las recias pieles se
frotan y tocan. Parecían afanados, y lo estaban, mucho, afuera se escuchaban
los gritos y vítores, el juego ya había terminado, por la algarabía habían
ganado, pronto el resto del equipo llegaría, buscando a los compañeros de juego
expulsados, y podrían encontrarles así si aún no habían terminado, porque aunque
sospechaban que ya venían no pueden parar. Era la emoción de hacerlo en los
vestuarios, donde cualquiera podría llegar y encontrarlos tirando. Así les
gustaba, rapidito, sucio y excitante. Y, si, un día los pillarían y el resto de
los chicos les darían lo que merecían, pero esa es otra historia para otra
tarde cálida en las jóvenes vidas de estos tíos osados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario