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viernes, 23 de marzo de 2018

CONVIVENCIA



León ya no recuerda cómo comenzó todo el despelote en su vida. Claro, pudo ser cuando su mujer insistió, molesta, en que debía acompañarla a las juntas de condominios y a las reuniones de padres y representantes del colegio, y alguien empezó a llevar vino, mucho vino del bueno. O cuando ella le dijo, después de que vieron algunas cosas, que debía ser más amable y abierto con otros hombres en esas reuniones, después de todo eran amigos. Aunque sabía que en cuanto se “abriera” uno de ellos lo llenarían con sus duras atenciones. Pero él sospecha que fue cuando ella comenzó a comprar esos juguetes que se colocaba alrededor de la cintura y con los cuales, con otros tíos, le daba. ¿Por qué pasó todo eso?, una tarde, después de una junta caliente, jadeante y sudorosa, lo supo de su propia boca, cuando acercándose a donde ella hablaba con otra, la escuchó decirlo: “No se por qué será, pero me pone totalmente caliente escuchar a mi marido gimiendo como una perra cundo uno de nuestros amigos se lo rastrilla; y lo que más quiero es que lo haga cuando se lo cepillo yo”. Bien, ¿no iba a terminar todo cómo terminó?

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