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domingo, 18 de marzo de 2018

UN HOMBRE OCUPADO




Si, era un hombre maduro, atareado, gerente de una gran empresa, que dedicaba sus ratos libres, sus tardes, a dar masajes terapéuticos a los chicos del equipo de futbol de su alma mater, cosa que nadie cuestionaba ya que, en efecto, ayudaba a los muchachos que lo pedían. Lo hace porque amó sus años de estudiante, de fiestas en la casa de fraternidad, todo lo que se divirtió con sus “hermanos” en las duchas, en los cálidos vestuarios, en las fiestas con los muchachos, siempre medios excitados y ebrios, muchos de ellos aún amigos, casados y todos, pero que a veces se reunían y recordaban. Por amor a esos tiempos, ofrecía sus oficios intentando siempre ser profesional, por muy acuerpados, calientes y bellos que fueran. Pero si había gemiditos cuando los tocaba, estremecimientos y ronroneos cuando sus manos sobaban, tal vez pudiera haber fiesta. ¿Qué tendría de malo, si los chicos parecían quererlo? Separar piernas, sobar traseros, halar las pulsantes entrada con sus dedos, le daban siempre las respuestas que esperaba, cuando se daba por consenso, sólo así permitía que su lengua tanteara y entrara en esos traseros cerrados y viriles, que sus dedos exploraran, demostrando y prometiendo premios aún mayores; antes saboreaba la dureza de la juventud. A los chicos les agrada experimentar, y a él enseñar. A dar, pero especialmente a recibir caliente esperma.

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