Es lo
que los tíos que recibían los videos terminaron entendiendo del profesor de
Educación Física de sus hijos. Que lo daría todo, del lado que quisieran. Y
aunque muchos, avorazados, ya se comieron la parte que les tocaba, o provocaba,
repitiendo al menos una vez todos ellos sobre toda esa carne, los timoratos seguían
salivando sobre el menú con cada nuevo video recibido cada tarde.
Joder,
si me los enviaran a mí...
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