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jueves, 23 de agosto de 2018

HIJO DE GATO…



Joder, se dice el hombre escuchando los gritos y jadeos, la cama chirriando por las embestidas y empujones. Ese muchacho le había salido increíblemente puto; salía cada tarde dizque a ejercitarse, pagando un realero en gimnasios, y regresaba a los pocos minutos con un tío fortachón a encerrarse en el cuarto, quemando la grasa allí. No puede evitar sonreír, pegando la oreja y oyendo los ruegos, las suplicas por más. Orgulloso. El catire la había salido tremendo… Aunque raro (así lo pensaba), era de los que arrasaba. Bien, así era él a su edad, con las muchachas, claro.

¿No sería un mundo mejor ese donde todo padre entiende?

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