Llegado
a estas tierras para conocer nuevas sensaciones, el joven gringo experimenta el
pintar viejas paredes, pero no es todo lo que quiere. La brocha del pintor
local le tiene trastornado, parece larga y gruesa. La mira y la mira y tan sólo
quiere probarla, en su lengua y en la del otro (algo de español); y finalmente
el macho entiende. Y le deja. Como debe ser, ayudar al necesitado, alimentar al
hambriento, saciar al chico caliente que quiere vivir aventuras. Y el
gringuito, como debe ser, rindiéndose a la pasión del latino, quien de ahora en
adelante le indicará el camino hacia el placer. Después de probar esa no se
acostumbrará a otras.
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