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lunes, 24 de septiembre de 2018

CUARTO DE HOTEL




Es un lugar apartado, en el desvío fuera del pueblo, existe este lugar discreto. Uno secreto donde pueden atenderse urgentes asuntos carnales. Uno donde los tipos se reúnen para dejar salir por un rato el insaciable animal sexual que llevan por dentro, sin tiempo para convencer chicas, enamorándolas, deseando tan sólo sexo. Un deseo tan poderoso que necesitan de otros como ellos para que aguanten y soporten el castigo erótico que están por infringirles, haciéndoles gritar y delirar de gozo mientras ellos mismos se pierden entre rudas caricias de manos grandes, sombras de barbas, olor de machos y mucha leche caliente. Un lugar donde abres una puerta y ya encuentras una pareja dedicada a lo suyo, que les invita a compartir. Después de todo no es amor, no estrictamente hablando, es desahogarse y volver más serenos a sus hogares. A veces sonriendo ensimismados, no contestando cuando les preguntan ¿qué tienes?, recordando a un tío particularmente hambriento que les dejó satisfecho y seco.

domingo, 23 de septiembre de 2018

JUEGOS



Pasa. Hay una tarde de cervezas en casa de uno de los panas viendo un juego y se ponen traviesos. Al menos los más íntimos de ellos, los que llevan más tiempo de amigos, esos a los que los otros dos miran asombrados, mamando. Estos dos, desconociendo qué tanto juegan entre ellos, se alarman con las lenguas en los traseros, queriendo escapar de esa cama, hasta que les ofrecen otras cavidades y apretados agujeros. Lo que resulta desconcertantemente perfecto para terminar una aburrida tarde de domingo, empleándola con los, aparentemente, insaciables muchachos.

lunes, 10 de septiembre de 2018

CURSO NATURAL



Era vergonzoso, se dice el joven negro sureño cuando oye al sujeto blando decirle que sabe lo que quiere, servirle. “Cosa natural, ya que tres generaciones atrás estarías aliviando a mi bisabuelo en un establo antes de regresar a recoger algodón todo chorreante”. Le irritaba lo caliente que lo ponía escucharle, lo mucho que se le abría cuando metía el juguete. El otro sonríe leve, alimentar y adiestrar a esos chicos negros era una tarea que no se podía abandonar, ¿qué se harían sin ellos para indicarles cómo comportarse?, y teniéndolos lleno, ¿quién les enseñaría el cómo moverlos para dar buenas apretadas y chupadas hasta dejarlos secos?

viernes, 7 de septiembre de 2018

¿TRAVESURA?



Aunque viviera cien años, y casi se acercaba como comentaban riendo sus seres queridos, jamás olvidaría esa vez que su mejor amigo de la escuela hizo su movimiento, con disimulo en medio del grupo. Después de la sorpresa lo que más sintió fue miedo, aunque también otra cosa. Por eso nada dijo o hizo, tan sólo se quedó quieto, facilitándole la llegada. Lo que más quería, entonces y aún ahora, se dice con nostalgia, era que lo tocara y que eso durara. O que al otro día no le evitara como haría… prácticamente hasta el final de su vida. El amigo que se alejó porque en un momento de curiosidad o debilidad, le tocó.

jueves, 6 de septiembre de 2018

LA LLAVE DEL FONTANERO



Cansada de la cañería que goteaba, la esposa llama finalmente al plomero, a pesar de la dura resistencia de su marido. Ella creía que lo hacía por machista, por la absurda idea de que todo podían resolverlo. Como otras mujeres jóvenes casadas, no entiende que muchas veces los hombres no quieren llamarlos porque no desean admitir cuanto los necesitan en sus vidas. Estos, con ese aire de provocadora virilidad, terminaban afectándoles si, para colmo, la esposas salían y los dejaban encargados de no apartar los ojos de los agresivos gañanes. Y este caso no era diferente, ni el marido que no podía dejar de ver, ni el fontanero que nota sus miradas disimuladas. Que reconoce porque en otras casas y apartamentos ya las ha recibido y apiadándose del patético sujeto decide curarle de esa urgencia secreta, obligándole a salir de su closet, a exponerse por primera vez ante el mundo. Cuando terminara con este, reparándole mejor que a la cañería, ese sujeto quedaría alucinado y sonriente, ya soñando con el próximo hombre, el mecánico del carro de su mujer, a quien también se resistía a ver. Ya no. Ahora, aunque lo ocultara para sí (su mujer no necesitaba saberlo), era un marica feliz.

Ah, plomeros y porno, eso va de la mano.