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viernes, 15 de enero de 2016

EL CASERO Y EL CHICO DEUDOR


Por vergüenza, Tinito nunca le contó a nadie que cuando vivía con Mariana en aquella pensión de mala muerte, y les iba bien mal, el casero venía y se cobraba en especias el alquiler. Era algo que violentaba su heterosexualidad, quería oponerse, pero este llegaba, lo mangoneaba, le nalgueaba, lo tocaba, lo sobaba, hundía sus dedos en él, también sus juguetes, le ataba y le usaba. Le tenía bien cogido… en su juego de control. Nunca contó todo lo horrible que fue… saber cuánto le gustaba ser dominado por ese tipo abusador, grosero y ocioso. Nunca le dijo a Mariana que así conseguía comida también. Claro, tampoco le contaba que era con él con quien pasaba ese fin de semana cada año cuando decía que iba de pesca con sus hermanos, que le cubrían imaginándole con otra tía, no atado sobre un colchón inmundo, el rostro gimiente contra varios calzoncillos usados, su trasero bien nalgueado y sus agujeros…

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