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sábado, 25 de junio de 2016

NACIDO PARA ADORARLOS


No se le podía criticar, ni señalar, era sencillamente su naturaleza. Naturaleza a secas. Quería encontrar tíos blancos bien dotados que lo trataran con aspereza. Aunque no lo parecía, menos a sus amigos y “novias”, en el momento dado gemía y lanzaba gritos mientras abría su boca y tragaba, o era abierto entre sus piernas. A ellos no podía engañarles mientras se lo  hacían, burlándose del “negrito marica”, ahora una “negrita” amante de los sujetos de cuellos rojos. Cerrando los ojos, dejándose hacer, llenar y usar, con dureza, con fuertes embestidas, repleto de carnes duras, se mojaba todo, sabiendo que, efectivamente, su “coño” estaba caliente. “Joder, debemos llevar a la próxima fiesta de la fraternidad a este mariconcito de mierda”, acota uno; “con todos nosotros dándole seguro se preña”. 

jueves, 23 de junio de 2016

SERVIR Y PROTEGER… CON MANO DURA


Dos robustos y agresivos policías, amigos, casados pero también mujeriegos, han montado su propia campaña para ayudar a los jóvenes a dejar las drogas. Van por esos parajes, que saben son paraísos de fumones, y cuando atrapan a uno, dos o tres, les caen encima. Con gritos, manotazos y amenazas los reducen como a estos dos amigos, a quienes cuestionan “¿así que quieren algo en sus bocas?”, mientras abren sus braguetas. Sorprendidos, ofendidos e irritados esos chicos se resisten, aúllan insultos y pelean. Gritan adoloridos cuando comienzan el “tratamiento”, sintiendo que morirán de vergüenza y ultraje, pero luego lloriquean y se agitan, buscando las duras y pulsantes masculinidades, sorprendiéndose ellos mismos tocándose, besándose o chupando algo del otro, olvidadas ya sus heterosexualidades. Sometidos, aún no entienden que un hombre de verdad pueda transformar a un  sumiso escondido, o liberarle. Sobre la capota, viéndoles usarles a profundidad con duros golpes, sólo son consientes de los mucho que separan sus piernas y levantan sus agujeros, mirándoles con adoración, aunque todavía sorprendidos y desconcertados, a esos machos que han logrado feminizarlos en minutos. Olvidándose de los alucinógenos caerán con todo en su nuevo vicio.

martes, 14 de junio de 2016

LAS NECESIDADES DEL EQUIPO


“Oh, no, basta entrenador, no siga con… ¡ahhh!” se tensa y estremece el muchacho, ojos nublados, todo girando a su alrededor. La risa del otro le llega mientras usa diestramente sus aparejos. “¿No quieres seguir pasando el rato con mis juguetes?, ¿qué clase de chico no ama los juguetes?”, se burla metiendo y sacando esas cositas; “y por lo que veo y siento, tú los amas. Has nacido para tenerlos metidos”. “No", todavía intenta una negativa, pero es ahogada por un ronco jadeo. El hombre había decidido, nada más verlo llegar para formar parte del equipo, transformarle en la chica del grupo, para que los otros atletas descargaran en él sus ganas después de los juegos y de las prácticas, y en esas fiestas donde a veces se metían en líos con chicas. Sobre una cama, usando una pantaletica tipo tanga y un juguete atorado en su entrada, ese muchacho les daría lo que necesitaban. “Ohhh, por favor…!, rostro rojo, ojos húmedos, suplica el muchacho, todavía rogando por su hombría.


“Deja de engañarte, muchacho, he hecho esto muchas veces antes y sé cómo atrapa y hala un culito caliente cuando algo lo penetra y le gusta; pronto serás como el resto de mis putitos, ya graduados y a quienes a veces visito, que en cuanto me ven mojan sus pantaletas, porque siguen usándolas después de irse”, le informa, incrementando las metidas y sacadas, siendo recompensado por un largo alarido; “si, pronto lo tendrás empapado y resbaladizo de jugo de machos, y te encantará”, le promete, siendo totalmente sincero en ese momento. Sabe muy bien cómo entrenar a un lindo pussyboy. Ese era tan sólo el principio, cuando el capitán del equipo y los dos defensas llegaran y entre los cuatros lo trataran, el cambio sería definitivo.

viernes, 10 de junio de 2016

UNA NECESARIA ESCAPADITA AL MALL


Cada vez que iba al centro comercial, mientras su mujer y las niñas se comían unos perros calientes, el catire también tragaba lo suyo de manos de aquellos dos enormes, apuestos y viriles cargadores de cajas. Le veían llegar, como si se hubiera perdido, o buscara algo, y los otros intercambiaban una mirada, socarrones, sabían lo que el catire quería… y las sacaban para que las viera y las deseara. ¡Y cómo salivaba el muy puto! Pronto estaba sin ropas, siendo empujado, llamado loquita y princesa, su ropa interior siempre era rasgada (¿cómo se lo explicaba a su mujer?, misterio), y era tomado y llenado por todos lados, mientras gritaba y gemía sintiendo que se moría de puro placer. Los hijos de perra le bañaban la cara al final, y con los restos del calzoncillo se secaba, salía y sentía que olía. Que otros machos lo percibían y sabían que era un puto. Eso le ponía mal, deseando ya otro viaje al centro comercial.