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viernes, 31 de marzo de 2017

ENTENDIENDOLO A LO BRUTO


Era lo último que esos hombres le soportaban al representante ladrón que los trataba como bestias de carga, robándoles sus utilidades mientras les insultaba con gritos de que sólo sirven para recibir castigo. “¿Eso crees?, veremos si te gustan a ti unos buenos golpes profundos”, rugió uno, y como un solo hombre los dos le cayeron encima, reduciéndole, llamándole cabrón y maricón. Al verse en esa situación, el elegante hombre de negocios, cuya esposa es la heredera de una gran fortuna, quiso apaciguarles, pero ya estaban más allá de eso, justamente indignados. “Abre la boca y trágate tus palabras, encontrarás que así de duras fueron”, agregó el otro, empujándosela. Entre los dos asaltaron sus vírgenes labios, golpearon su cara, y se rieron al verle ir de aquí para allá. “Te lo dije, se comportaba así porque estaba hambriento de machos”, apuntó el primero. “Si, debe ser por eso que parecía tranquilo al llegar y en cuanto nos veía sudados, jadeando de los entrenamientos, oliendo fuerte a hombres, se ponía ruin”, rió el otro. Y cerrando los ojos, saboreando el momento, un poco avergonzado, el tipo imagina que sí, que seguramente era eso. “Vamos, pantalones afuera, vamos a liberarte de tus complejos y limitaciones. No seguirás viviendo negándote lo que siente, quieres y mereces, princesa”, le promete uno, mientras ya le levanta para que se desvista y les entregue su última frontera. Pero si, parecía que sería para mejor. Los dos rudos boxeadores iban a curarle de su heterosexualidad pretendida, algo tan laborioso que sólo dos como ellos podrían.

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