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viernes, 27 de enero de 2017

MEDICO


El médico, un macho recio, tiene como encomienda revisar al hijo de un colega que había sido su profesor en la Escuela de Medicina. El chico iba a casarse, pero mientras la fecha se acercaba, este parecía deprimido y sin ánimos, con mareos y temblores. Revisándole, para saber qué tiene, el hombre entendió la razón: era un tremendo maricón reprimido, que se creía un macho. Esa negación le enfermaba, le trastornaba, y, lleno de piedad, decidió curarle, llenándole a fondo, llegándole con su largo miembro hasta lo más profundo del alma. Entre los gemidos y gritos, los de una la zorra realizada, la voz del galeno todavía se escucha, ayudándole: Vamos, perrita, abre bien ese coño caliente para que un hombre lo llene”. Si, ese muchacho se había salvado de una vida de frustraciones e infelicidades, y de paso haría muy dichosos a todos los machos que por su camino, de ahora en adelante, se crucen en su camino queriendo pasar un buen rato.

viernes, 20 de enero de 2017

PREVISOR


Para la partida póquer con sus amigos, la cual el que pierda debe pagarle a todos los demás hasta que queden aliviados y vaciados, entrena su agujero para satisfacerlos. Porque de que la pierde, la pierde. Dios, qué problema era tener un coño tan travieso y caliente…

jueves, 19 de enero de 2017

CAMARADAS USANDO SUS ARMAS


El hombre se sorprende ante lo que ve. No puede entender a su hijo, Joe, y al mejor amigo de este, Bill; van a ser desplegados y en lugar de estar el otro con su esposa, y su hijo con su novia, pierden esos últimos minutos en eso. Tal vez fuera la manera de enfrentar la presión, se dice retirándose discretamente, cerrando con fuerza los ojos para borrar la visión.

Y, tal vez, esa era la razón, la presión, lo que veían allá afuera, el miedo reventando en rabia y adrenalina frente a lo que enfrentaban en el campo, allí donde sólo valía la comunión con los “hermanos”, la confianza de uno en los otros para cubrir sus culos… lo que tal vez llevaba a buscar culos. Días largos, tensos y de presiones, noches inquieta, llenas de sonidos extraños, el alejamiento de los seres queridos, el temor de que esta podría ser la última vez. Si, tal vez todo eso los empujaba a caminar por lugares solitarios, a hablarse bajito y reír, a empujarse, a caer en toscas caricias, abrazos y rudos besos contra una cerca en momentos de pasión para engañar al temor.


O, que bien podría ser, que a Joe le gustara joder mucho, viviendo siempre con las pelotas llenas de esperma, y necesita, más que amigos de armas, que camaradas, el dulce coño de un amigo al que tenga muy cerca para usarlo a cada rato. Sólo debía convencerle de probar la mercancía para ver si le gustaba… como así parecía.

miércoles, 11 de enero de 2017

LO ODIABA TANTO…


Mientras se agita y chilla,  Vicente sabe que detesta a su vecino. Ese carajo agradable, masculino y divertido se había hecho su amigo al mudarse a la casa de al lado, comentando, en frente de otros, que debía ser bueno tener una pinta tan bonita como la suya que le hacía popular entre las chicas. Todos reían, hasta su esposa, pero a Vicente le inquietaba por dentro. Ese tipo le aconsejó que usara ropas ajustadas, con pantalones que abrazaban y destacaban su trasero, luego que probara tangas, para notar cómo le quedaban. Cosa a la que se negó, como macho; pero sintiéndose travieso, una tarde que Marla no estaba, se puso una de sus pantaletas para mostrarle, como jugando. Grave error… Era lo que esperaba ese sujeto para meterse en su cabeza, abrazándole, tocándole, besándole, llamándole linda putica, mientras le recorría con un dedo dentro de la tanga, desmantelando sus defensas, desbaratando sus mentiras, poniéndole a chillar agudo mientras se amaban, en medio de las risas burlonas del carajo, las nalgadas, los “agita bien tu coñito caliente, bebé”. Le odiaba por hacerle notar, que montado sobre su regazo, subiendo y bajando como desesperado, estaba ocupando su verdadero lugar.

jueves, 5 de enero de 2017

PONIENDOLE LENGUA AL ASUNTO


Aunque era casado, y un hombre muy serio, le encantaba comer jugosas papayas, saboreándolas, así como morder tersas mejillas de manzanas, por lo que se busca amigos que se burlan de él, y lo dejan para gozar del momento con el tipo faltón… Ignorando lo larga, dúctil y hábil que era su lengua, una que convencía de lo que fuera… Si, le gusta comer papaya, pero también usar su herramienta y enterrarla. Y después de unos pases de lengua, esos amigos, convencidos y gimientes, se dejaban.

martes, 3 de enero de 2017

PAGANDO DEUDAS


El joven atleta, capitán del equipo de fútbol de su colegio, tan sólo puede gemir y estremecerse, abriendo mucho la boca y cerrando sus ojos. Dios, era tan grande que cree que se morirá… de gusto. Era el proveedor regular de éxtasis, ese que alegraba a los hermanos en las fiestas de la fraternidad, y aflojaba a las muchachas, las que siempre se le entregaban toda emocionadas… y ahora creer entender por qué. Eso se sentía tan bien que grita pidiendo más, que le dé duro, que lo haga su hembra, sin importarle que estén en ese estacionamiento donde el otro hace negocios, ni avergonzándole escucharle reír, diciendo un “lo sé; desde que te vi, pequeño, supe que tenías una ardiente concha”. Le debían plata, mucha, y creyendo que le agradaba al sujeto fue a pedirle más, encontrándose con la cuenta. Tuvo que pagarla en especias aunque se resistió y gritó, tan sólo para verse mareado y excitado al ser dominado, desnudado y tomado en un lugar público, donde otros sujetos veían su degradación, su manera de caer y entregarse. El otro, sonriendo socarrón, se pregunta si el muchacho tonto entiende lo que le ocurría: iba camino, con cada sacada y metida, a convertirse en un pussyboy de los grandes miembros. Pronto los necesitaría hasta para respirar. Por suerte él, y varios de sus clientes bien plantados, podían sacar ventaja de ello. El ex gallito iba a pagar por lo consumido, disfrutando cada paso, además, del proceso.

EL CARIÑO DE PAPI


No sabe por qué siempre se reía sorprendido cuando le ordenaba algo, severo, advirtiéndole lo que le pasaría si se portaba mal o desobedecía. Como ahora. Nuevamente le daba una tunda sobre sus piernas, palmeándole duro el trasero, tan sólo porque quería salir con los guapos chicos del colegio. Muchacho al fin, no entiende las preocupaciones del otro, quien le hacía eso porque le protegía, porque le quería, porque era “su chico”. Le nalgueaba porque sabía que el afeminado joven necesitaba la firme mano de un hombre para guiarle y evitarle líos mayores. Que sabe llegarán en algún momento, se dice suspirando, aunque le cuidara y lo aleccionara. Uno o dos años más y ese muchacho tan sólo pensaría con su conchita caliente, urgida de sus amigos. Pero debía infundirle algo de sentido común para que no se regalara en cada esquina, que se respetara. Era la labor de un padre, se dice alzando la mano una y otra vez sobre las firmes, turgentes y redondas nalgas de su muchacho. Como hacía, prácticamente, cada tarde cuando Berta salía para el trabajo.