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sábado, 25 de marzo de 2017

HAMBRE


Conteniendo las risas, los muchachos dejaban el colegio, se llegaban al baño y se asomaban, mirando con ojos muy abiertos, bocas iguales, de asombro y algo de calenturas, a todos esos tíos que, sin importarles dónde estaban o que alguien pudiera pillarles, caían rendidos de rodillas ante lo que necesitan probar. ¡Y cómo tragaban!; gula que provocaba, al menos en la mitad de los mirones, que se preguntaran qué tal si en el baño del colegio, frente a un compañerito acuerpado y riente de sus repentinas ganas, le pedían…

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