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martes, 21 de noviembre de 2017

PA’ LO HONDO


Ah, un día bonito y soleado, casi cálido. Un lago, un bote y un tipo grande y sexy, ¿qué más puede pedir un tembloroso y emocionado chico delgado que siempre ha soñado con tocar a uno así? Quiso contenerse, controlarse, después de todo ese tipo vive en el mismo parque de remolques miserable donde también lo hace él con su mujer, pero este lo buscó, lo tocó, lo besó y le robó toda cordura. Le dijo que también estaba casado, y cansado de su mujer, Adela, que sólo se queja de la miseria en el remolque; que necesita algo para distraerse cada tarde o explota, otra nena caliente que sí se emocione al verlo y siempre se la deje enterrársela toda, pero que con mujeres es un rollo porque quieren romance o se preñan, o le lanzan puntas a la otra. Por eso lo buscó, porque notaba sus miradas, por eso le excitó y lo tomó. Aunque, lo que en verdad quiere es una perra siempre en celo, por eso le despierta la emoción de la estimulación anal, con lo real pero también con juguetes, unos que deberá usar cada vez que pueda. Sabe el chico grande que de hacerlo, el otro viviría con tal calentura que le buscará para calmárselas a la primera oportunidad que tenga. Y es lo que necesita para la amargura y el estrés, algo para distraerse mientras escapaba de aquella vida miserable y de Adela.

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