Ah, un día bonito y soleado, casi cálido. Un lago, un bote y
un tipo grande y sexy, ¿qué más puede pedir un tembloroso y emocionado chico
delgado que siempre ha soñado con tocar a uno así? Quiso contenerse,
controlarse, después de todo ese tipo vive en el mismo parque de remolques
miserable donde también lo hace él con su mujer, pero este lo buscó, lo tocó,
lo besó y le robó toda cordura. Le dijo que también estaba casado, y cansado de
su mujer, Adela, que sólo se queja de la miseria en el remolque; que necesita
algo para distraerse cada tarde o explota, otra nena caliente que sí se
emocione al verlo y siempre se la deje enterrársela toda, pero que con mujeres es
un rollo porque quieren romance o se preñan, o le lanzan puntas a la otra. Por
eso lo buscó, porque notaba sus miradas, por eso le excitó y lo tomó. Aunque,
lo que en verdad quiere es una perra siempre en celo, por eso le despierta la
emoción de la estimulación anal, con lo real pero también con juguetes, unos que
deberá usar cada vez que pueda. Sabe el chico grande que de hacerlo, el otro
viviría con tal calentura que le buscará para calmárselas a la primera oportunidad
que tenga. Y es lo que necesita para la amargura y el estrés, algo para
distraerse mientras escapaba de aquella vida miserable y de Adela.
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