Es un
lugar apartado, en el desvío fuera del pueblo, existe este lugar discreto. Uno
secreto donde pueden atenderse urgentes asuntos carnales. Uno donde los tipos
se reúnen para dejar salir por un rato el insaciable animal sexual que llevan
por dentro, sin tiempo para convencer chicas, enamorándolas, deseando tan sólo
sexo. Un deseo tan poderoso que necesitan de otros como ellos para que aguanten
y soporten el castigo erótico que están por infringirles, haciéndoles gritar y
delirar de gozo mientras ellos mismos se pierden entre rudas caricias de manos
grandes, sombras de barbas, olor de machos y mucha leche caliente. Un lugar
donde abres una puerta y ya encuentras una pareja dedicada a lo suyo, que les
invita a compartir. Después de todo no es amor, no estrictamente hablando, es
desahogarse y volver más serenos a sus hogares. A veces sonriendo ensimismados,
no contestando cuando les preguntan ¿qué tienes?, recordando a un tío particularmente
hambriento que les dejó satisfecho y seco.
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