Cuando
su novia sale a visitar a la familia, el apuesto joven aprovecha para un
desahogo anónimo. Sale con una camiseta y un short algo ajustado al centro
comercial, a ese gym ya frecuentado, y consigue un guapo chico que se tenta con
lo que ofrece y que le acompaña. Sobre una plancha, deja que ese tío lo tome. Se
sentía tan bien cuando lo llenaba una pieza anónima que nada significaba para
él más allá del apasionado encuentro, del calor del momento, que toda la tensión
de la semana se esfumaba dejándole listo para retomar con ánimos el trabajo,
los amigos y su vida diaria. Rutina muy suya que le funcionaba.
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