Mirándola,
no podía controlarse, la deseaba en sus manos, tocarla y apretarla. Algo en
ella, y en ese tío, le obliga a gemir, a desear y entregarse. Que le toque y le
azote con ella, que le llene la boca y todo lo que quiera, rudo; le encanta al
punto de que casi solloza. Fue por un trabajo y ese tipo, después de mirarle,
le llevó a ese cuarto y le dijo que podía oler a un putito caliente a millas de
distancia. No entendió qué decía o qué quería hasta que… El otro sonríe, casi
sabiendo de sus dudas, confusiones y también la emoción que experimentaba
mientras le usaba. El chico no sabía que ciertos hombres estaban diseñados para
funcionar únicamente en presencia de una buena herramienta.
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