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jueves, 18 de mayo de 2017

AÑADIDOS


Los dos idiotas aún no se habían dado cuenta; nada en eso de “ver” quien la tenía más grande había sido casual, como no lo sería el resultado. Sonriendo, el semental negro sabía que en cuánto la vieran y midieran tendrían que tocarla y probarla, por muy heterosexuales que fueran sus dos viejos amigos de parrandas. Sería una necesidad biológica hacerlo. Y en cuanto la tocaran, sobaran, lamieran o la montaran ya entrarían a formar parte de su extenso harén. Ya no saldrían de su casa a menos que les gritara y los corriera, como a veces hacía con los otros cuando mendigaban demasiado por su afecto… largo y grueso, como hacía el pana que filmaba el video. Esos dos, panitas hasta ese momento, serían sus esclavos, siempre deseosos de servirle, viviendo de rodillas, o en cuatro patas sobre su cama, a veces jugando entre ellos como chicas calientes. En cuanto pelaron los ojos, sorprendidos por su pieza, mirándola hipnotizados, supo que podría hacer con ellos lo que quisiera.

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