Abordada
en la barra de aquella tasca, riendo nerviosa y curiosa escuchó la proposición
de los dos atractivos caballeros, quienes, educadamente, le propusieron una
encamada caliente. Emocionada aceptó, ¡y las cosas que vio y experimentó! Por
suerte lo hizo, y vaya que la pasó bien. Hubo algo en escucharle gemir mientras
el compañero lo trabajaba que la puso a mil. Todo estuvo muy bien hasta que la
cosa se supo, ahora… la torta con velas y todo.
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