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lunes, 14 de agosto de 2017

ENTRENANDO


El hombre casi escupió el café que tomaba sobre la mesa de su oficina al darle clic al enlace que le llegó de su propio hijo, aunque notó que la dedicatoria era para Eneas, su socio en la empresa. Allí estaba el joven mostrándose sumiso, escuchándose una voz recia que le indicaba qué hacer como “buen putito”. Que debía enseñarlo, ejercitarlo, para que se mantuviera firme, y apretado en su agarre del macho. El hombre no puede creer lo que su hijo hace, la cara de felicidad que muestra cuando le dice, esa voz, que es un calienta braguetas… Ni lo duro que se pone bajo el costoso traje. ¡Mirando a su muchacho! Ni que se lo saca, en su oficina, y que comienza a…

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