Aunque
viviera cien años, y casi se acercaba como comentaban riendo sus seres
queridos, jamás olvidaría esa vez que su mejor amigo de la escuela hizo su
movimiento, con disimulo en medio del grupo. Después de la sorpresa lo que más sintió
fue miedo, aunque también otra cosa. Por eso nada dijo o hizo, tan sólo se
quedó quieto, facilitándole la llegada. Lo que más quería, entonces y aún
ahora, se dice con nostalgia, era que lo tocara y que eso durara. O que al otro
día no le evitara como haría… prácticamente hasta el final de su vida. El amigo
que se alejó porque en un momento de curiosidad o debilidad, le tocó.
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