Cuando
la casa Alfa Cachas Cum abrió sus puertas a los nerds estudiosos de la escuela
de Artes, quienes jamás practicaban deportes y vivían encerrados en los sótanos
de las casas de sus madres masturbándose, nadie en el campus lo entendió. No
podían creer que aquellos jóvenes y calientes deportistas les quisieran de
“hermanos”. Ignoraban que el entrenador les había recomendado que, después de
las prácticas y juegos, se desahogaran soltándolo todo, aún la última gota
espesa y caliente, hasta quedar secos. Que no podían contar con que las novias
o putillas del primer año estuvieran siempre dispuestas, por lo que sería bueno
que contaran con un buen rebaño de jóvenes y ardientes becerritos tragones que
quisieran servir de receptores de la esperma de guapos atletas. Un arreglo que
funcionaba perfectamente para las dos partes implicadas, cada noche y a veces
por las mañanas. Pedían un masajito y terminaban bien exprimidos. Y, de tarde
en tarde, cuando las lenguas eran especialmente hábiles, uno de esos chicos
populares sorprendía a su pana y a los nerds, permitiendo que usaran su cereza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario