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miércoles, 11 de enero de 2017

LO ODIABA TANTO…


Mientras se agita y chilla,  Vicente sabe que detesta a su vecino. Ese carajo agradable, masculino y divertido se había hecho su amigo al mudarse a la casa de al lado, comentando, en frente de otros, que debía ser bueno tener una pinta tan bonita como la suya que le hacía popular entre las chicas. Todos reían, hasta su esposa, pero a Vicente le inquietaba por dentro. Ese tipo le aconsejó que usara ropas ajustadas, con pantalones que abrazaban y destacaban su trasero, luego que probara tangas, para notar cómo le quedaban. Cosa a la que se negó, como macho; pero sintiéndose travieso, una tarde que Marla no estaba, se puso una de sus pantaletas para mostrarle, como jugando. Grave error… Era lo que esperaba ese sujeto para meterse en su cabeza, abrazándole, tocándole, besándole, llamándole linda putica, mientras le recorría con un dedo dentro de la tanga, desmantelando sus defensas, desbaratando sus mentiras, poniéndole a chillar agudo mientras se amaban, en medio de las risas burlonas del carajo, las nalgadas, los “agita bien tu coñito caliente, bebé”. Le odiaba por hacerle notar, que montado sobre su regazo, subiendo y bajando como desesperado, estaba ocupando su verdadero lugar.

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