Hace
seis años, Cosme comenzó a trabajar en aquella empresa donde le brindaron
muchas ventajas y privilegios porque se creía en su futuro, pero de la noche a
la mañana se fue tras una chica al extranjero, regresando sin éxito, casado,
con dos muchachos y ahogados en deudas. Volviendo a la empresa, el mismo
gerente le recibió, pero aclarándole que ahora las cosas serían distintas, que le
tenía en la firma para una sola cosa: para aliviarle las tensiones usando su
boca. Podía irse, ofendido y digno pero sin empleo, o quedarse y someterse,
pagando sus faltas. Llevado por la realidad, tragando en seco, aceptó. Por suerte
al rato pudo tomar leche y el asunto ya no le supo tan mal.
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