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lunes, 9 de julio de 2018

TRATAMIENTO



Todos estaban molestos con los gritos y desplantes del capataz, por lo que decidieron darle una lección, como la dan los hombres rudos, casi violentamente. La idea era sencilla, ni siquiera la meditaron o hablaron entre ellos. Sabían lo que tenían qué hacerse para corregirle. Exponerle, usarle como vertedero de semen; mostrándole su indefensión, reducirle a la sumisión absoluta del grupo. Aunque eso era tan sólo una parte, castigarle, también buscaban beneficio: contar, de ahora en adelante, con un cuerpo de dos agujeros que les brinde desahogos en momentos de ocio.

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