Aunque
era casado, y un hombre muy serio, le encantaba comer jugosas papayas, saboreándolas,
así como morder tersas mejillas de manzanas, por lo que se busca amigos que se
burlan de él, y lo dejan para gozar del momento con el tipo faltón… Ignorando
lo larga, dúctil y hábil que era su lengua, una que convencía de lo que fuera…
Si, le gusta comer papaya, pero también usar su herramienta y enterrarla. Y después
de unos pases de lengua, esos amigos, convencidos y gimientes, se dejaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario