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jueves, 17 de marzo de 2016

CASTIGANDO DURO AL MIRON



No hay peor cara dura que un tipo abusador. Cuando se duchaba y descubrió que le miraban, el voluntarioso y agresivo tipo fue al apartamento de al lado, siguiendo el cable, donde vivía una pareja a la que conocía. Se follaba casi cada tarde a la mujer, una joven enfermera, dejando a veces manchas de sus hazañas sobre las almohadas. Sonreía al ver al marido cuando se lo cruzaba en el pasillo, hasta que le notó algo faltón; este pasaba y le miraba mucho el entrepiernas. Tal vez había dejado demasiada de su esencia y este la había olido, o lamido, y eso le afectaba; o era un  maricón disfrazado de casado. Ahora le grita y le cae encima, excitándose al verle tan sumiso, burlándose al estribillo de “seguramente que eres uno de esos gay de closet que se esconden pero que si saben cómo tratar con un buen miembro”. Y si, resultó que el otro tragaba, apretaba y halaba sabroso, entre gritos de locura, pidiendo más, cosa que no dejó lugar a dudas. Sonriendo, el tipo se felicita, ahora tenía para sí el coñito de la enfermera y el coñote de su marido. Un día los reuniría y les daría a los dos; tal vez los haría compartir pantaletas. Oh, sí, la vida podía ser tan fácil y buena.

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