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miércoles, 16 de marzo de 2016

CONVIVENCIA CALIENTE


¿Qué puede hacer un hombre vigoroso y sensual que vive caliente cuando su mujer está a punto de parir, de mal humor y con mal dormir? Se quema, tiene que desahogarse, ¿cómo ayudarse? Tal vez sentándose en la sala, en medio de la noche, a ver porno en una portátil para cascársela con ganas. Lo que tal vez no fuera tan malo de no ser porque su joven cuñado duerme en el sofá mientras les visita. Había sido incómodo al principio, necesitado de su mano, con el chico al lado; ya no. Pronto supo, como siempre saben los hombres eso, que el putico le miraba disimulado, admirando y tal vez soñando con su enorme y duro instrumento. ¿Qué se supone que hiciera si cuando iba a cascársela, este fingía moverse en el sofá y le enseñaba las nalgas? No era su culpa, el deseo lo ahogaba, tenía que meterle mano, hacerle tocar, oler, tragar y luego llenarle la vida, mientras rugía y se estremecía, mientras se desahogaba en sus entrañas. Trabajarlo y trabajarlo, diciéndole cosas, mareándole, guiándole, manipulándole como el macho que era hasta que el chico terminara gritando “si, si, llena mi concha caliente, papi”, que es lo único que siempre quiere escuchar un hombre de sus nenas.

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