Supo
que estaba en problemas no cuando la mujer decidió comprarse el costoso y
pesado televisor, sino cuando vio al tipo de la tienda que le pidió, con una
bonita sonrisa mientras lo recorría con la mirada, que usara esos enormes
músculos y lo ayudara a cargarlo del camión. Sintió cosquillas notando los ojos
del chico sobre sus bíceps y trasero, por ello, en cuanto su mujer abandonó la
sala no le extrañó que intentara un acercamiento, hablando de ejercicios y
cuerpos duros, comparándose, tocándose. No podía ocultarse que las pelotas le hormigueaban
ante su mirada atenta, el tono suave y mórbido de su voz al alabarle, cuando le
tocaba lentamente, con deleite. Se le notó bajo el pantalón, no sabía por qué, pero
quería. No alejó las manos que lo atraparon, o la boca que chupó. No sabe qué
se apoderó de él, pero quería todo. Y todo se lo dieron, mientras contenía los
gemidos y jadeos, sintiéndose erizado bajo las manos de su nuevo mejor amigo,
quien rítmica y duro le llenaba la vida. Que su mujer le pillara y le gritara
que se dejara de eso, no le importó tanto. No ahora que sabía que pedía gozar
una bola, y parte de la otra, si dejaba que sus amigos, como muchos han
intentado en el pasado, le metieran mano… y otras cosas sentado en sus regazos.
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