El mundo
de la farándula andaba conmocionado, la historia se había filtrado y ahora
debían darse muchas explicaciones. Casi todas ellas negativas y risas nerviosas.
Y todo había comenzado de lo más inocente. Avergonzado, un tipo va a un antro
donde el actor de moda, el preferido de su esposa y de todas las nenas de la
ciudad, se presenta para salir en una cita con la ganadora de un concurso
idiota… que resultó ser su mujer. Como enfermó no pudo asistir ni avisó porque “su
galán” habría salido con otra, por eso se presentó él, para tomar todo lo que
le dieran, desde autógrafos a fotos, a ropas y posters. Pero el actor,
mirándole, sabiendo que se salvó de la “cita”, pareció ocurrírsele una mejor
idea. Y sí, reconoce nuestro avergonzado héroe, el tipo era atractivo, simpático,
inteligente… y caliente. Y con tantas tocadas cualquiera se alebrestaba.
Dejándose llevar, permitió que el actor le demostrara sus dotes, y era bueno,
especialmente succionando, lo hacía con todo. Claro, en una parte muy profunda
de su mente, el marido infiel sabía que lo que más le excitaba era saber que se
la clavaba al sujeto que a su mujer tanto le gustaba. Pero se supo, y ahora a dar
la cara…
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