Nada
más vergonzoso que un ejército vencedor que entra en las tierras ocupadas
exigiendo y reclamando lo que cree, o piensa, que es su recompensa. Ríe,
porque, como sus camaradas, ejerce su autoridad. Después de encerrar a la
familia, papá, mamá y dos bonitas y jóvenes hermanas, se cobra su parte en el
mozo de la finca. Y mientras lo toma y lo usa, él mismo sorprendido de lo
caliente que es eso, se pregunta qué tal se comportaría, en esas mismas, el
papá.
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