Vistas de página en total

lunes, 12 de noviembre de 2018

CALOR



Nada excita tanto a un hombre, haciéndole actuar rudo y hasta desconsiderado cuando la testosterona le controla, como el reclamar y penetrar lo que es suyo, mano, cara, boca o cualquier otro agujero en ese otro cuerpo que toma. Es el derecho de todo macho, uno que ejerce mientras se llena de celo y ardor. Usarlo, descargar las ganas en él, haciendo que grite y gima, sonriendo en todo momento, feliz sabiendo lo que se espera que haga, lo orgulloso y satisfecho que debe estar de servirle en esos instantes. Entre hombres es una jerarquía muy especial, tal vez tácita, pero no por eso menos real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario