Las tardes,
de sábado o domingo, estos amigos salen a hablar, a mirar, a pasear… a buscar
qué hacer. Masculinos y recios quieren estrujarse entre ellos por un rato,
junto a otro sujeto que comparta esa necesidad del momento. Pasó la primera vez
como una locura de retos, tan sólo probar; ahora se consumen si no salen y lo hacen
al menos dos veces al mes, aunque no hablen de ello. Lo cierto es que mientras
más salen, buscan y consiguen saciar ese caprichito, sienten más apetito. Por suerte
no falta el carajo que también quiere probar, o que busca por su parte una
nueva dosis de testosteronas, lejos de su familia al menos por una hora.
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