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sábado, 4 de julio de 2015

EL SARGENTO CORONA AL TENIENTE


El Sargento, cansado del Teniente recién llegado que le desautorizaba frente a las tropas en tan peligroso lugar, decide demostrarle quien manda. Y para ello usara su bastón de mando. Primero vino una breve pelea cuerpo a cuerpo, donde el Teniente terminó de rodillas limpiándole el calzado, luego debió atenderle el bastón de mando. El hombre era bueno como Sargento porque adivinaba a la gente, y en los ojos del Teniente encontró carencias, algo de hambre, una que medio calmó con su grueso y largo bastón de mando. Para luego montárselo… sobre el bastón de mando. Y aunque se negó, y más tarde gritó, el hombre sabía que el negocio marchaba. Que mientras más tiempo pasara con el culo lleno, el bastón de mando pulsado y quemándole, más y más lo querría, y para obtenerlo, para gozarlo, se sometería y obedecería. Ya no tendría que gritarle o abofetearle frente a la tropa, tan sólo le miraría todo chulo y las ganas del Teniente despertarían. Si el Teniente se portaba bien y sus soldados seguían siendo tan entregados, tal vez podría prestárselos como premio, un agradable presente. La recompensa sería para sus muchachos y aún más para el goloso Teniente.

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