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viernes, 10 de julio de 2015

LA LECCION DE LA PRISION


Desertar era un delito grave, pero el infierno en Fallujah les había hecho huir, a Davis, su mejor amigo, y a él; viéndose separados cuando les perseguían. Le capturaron y lo sentenciaron a esa prisión. Allí el cruel carcelero le dijo que su destino sería ser entrenado en nuevos oficios y ser devuelto el frente, “para que les sirvas de perra a tu ex amigos”. Gritó e insultó, amenazó, dijo que no le doblegarían, fue cuando vio que llevaban a Davis, el catire mujeriego, halado entre dos soldados rumbo a una de las sesiones de donde saldría convertido en reina de las tropas. “Esto te pasará”, le aseguró el vigilante, y aunque se dijo que nunca ocurriría, viendo a Davis tan entregado y emocionado, de una manera excitante, se calentó y asustó. Más cuando ese sujeto, sonriendo, se le acercó y le dijo: “A tu amigo, después del entrenamiento, se le ofreció la oportunidad de delatarte y que se le dejara libre. Te delató… pero no se quiere ir por nada del mundo. Cuando terminemos contigo, tampoco querrás”.

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