Joder,
¿será que en ese vecindario un chico joven y saludable no puede ver algo de
porno caliente y del duro mientras su mujer está fuera? Esa de las dos jóvenes
estudiantes rubias detenidas por las tres jamadas mujeres policías negras que
sabían usar sus garrotes, parecía que tendría que esperar. Maldita junta
vecinal que… Al ver a ese tipo, no un policía pero si un vigilante, con su
macana, se desconcierta por un segundo. “Buenos días”, comienza esa viril aparición,
haciéndole parpadear; “¿está su esposa? Tenemos una llamada desde esta
dirección denunciando que se le extravió el gatito. Siempre huyen cuando
encuentran un puerta o una ventana abierta”, informa sonriendo, recorriéndole
con la mirada, provocándole temblores. “No, no está, y de eso ni idea”, grazna,
tragando en seco, el otro sonriendo. “Oh, qué pena, volveré luego para hablar
con ella; que tenga un buen día, amigo”, pícaro le guiñó un ojo, despidiéndose.
“No, espera…”, jadea, sin él mismo entender muy bien qué le pasa ante el joven
y masculino hombre; “pase, también yo tengo un problema con mi gatito, ¿no le
gustaría echarle una buena ojeada en mi cuarto, oficial?”, la voz salió cargada
de insinuaciones, mientras enrojece de mejillas, y más cuando el otro compone
una sonrisa traviesa, recorriéndole otra vez con la mirada. “Apuesto que es un
gatito hermoso, pequeño y sedoso, que merece que todos lo miren y toquen. Claro
que tengo tiempo de revisárselo. Y si necesita algo, y puedo dárselo, lo
ayudaré con eso, señor”.
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