Él no
necesita versos ni caricias, ni de palabras linda, ni siquiera de una lamida a
su coño, lo que quieres es un hombre que con determinación se lo atienda, a
fondo y con viril fortaleza. Que lo monte y lo cabalgue, que lo llene y lo
expanda. Toda la poesía que requiere de su macho es que atienda su concha cada
vez, a cada rato, como hace desde que le llevara a descubrir el placer de
sentirlo tan estimulado, tan refregado y tan lleno…
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