No fue
que dejó a la novia en la barra de ensaladas mientras iba a dar una meada, y
que estando ebrio se quedó mirando y un sujeto quien, generoso, le ofreció una
probada; fue que entró para eso, para saciar las ganas, el hambre. Y sabe que
en baños de lugares donde la gente la pasa bien, especialmente en la playa, siempre
es fácil conseguir un buen pedazo de cielo. Uno que debe tomarse rápido, eso sí,
para que no le vean tantos al entrar a orinar, que siempre le ven, y riendo lo comentan
entre ellos, o se auto invitan como en ciertas barras, sino para que la novia
no se extrañe y pregunte vainas que no le interesa saber. No era complicado. Eso
era entrar, mirar de soslayo, ojos encontrándose, una buena pieza ofrecida y
caer de rodillas. Aprendan chicos, no se queden con las ganas, muchos se los
agradecerán en el alma, y tal vez, con suerte, en uno de los privados les den
todavía más.
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